La importancia del color del señuelo en la pesca del Black Bass.

Al intentar analizar las diferentes variables que pueden incidir, de manera tanto directa como indirecta en el comportamiento de un Black Bass ante nuestros señuelos, existen diversos temas sobre los que los amantes de esta especie, desde los neófitos a los más experimentados, solemos tener puntos de vista antagónicos y uno de los más conflictivos es, sin duda alguna, la importancia del color de nuestro señuelo.
Estoy seguro de que todos aquellos que hemos pasado muchas horas a pie de agua tras este esquivo pez hemos vivido experiencias en las que un determinado color fue la clave del éxito y otras en las que a los peces parecía no importarles en absoluto, lo cuál nos plantea una serie de preguntas a las que intentaré dar respuesta en este artículo basándome tanto en mis experiencias cómo en los conocimientos e informaciones que he ido acumulando a lo largo de los años, pero sin ninguna intención de sentar cátedra, pues cada pescador tiene unas ideas propias basadas en unos acontecimientos que las sustentan y que debemos no sólo respetar, sino también valorar y agradecer, pues de todas las aportaciones pueden sacarse aspectos positivos y aprendizajes que nos permiten crecer como pescadores.
Para comenzar a analizar este tema deberíamos responder antes a una serie de cuestiones básicas y, sin las cuales, quizás todo lo demás carecería de importancia.
La primera interrogante a esclarecer sería: ¿pueden los basses distinguir los colores? y, en caso de que la respuesta sea afirmativa, ¿perciben los basses los colores igual que nosotros?
Entremos pues en materia y, para ello, analizaremos a continuación varios elementos que nos pueden ayudar a entender como perciben los objetos estos depredadores.
Aunque existen infinidad de factores a tener en cuenta, nos centraremos en los más determinantes:
a) Las características biológicas de la vista del Black Bass.
b) La propagación de la luz en el medio acuático.
CARACTERÍSTICAS BIOLÓGICAS DE LA VISTA DEL BLACK BASS
Esta especie piscícola, al igual que la mayoría de depredadores acuáticos, dispone de una magnífica visión, ya que esto le ofrece una importante ventaja biológica sobre los peces presa, dotados de una vista menos evolucionada, y, si analizamos a nivel microscópico los ojos de un Black Bass, nos encontraremos con que estos disponen, al igual que sucede en nuestro caso, de dos tipos de células oculares, llamados conos y bastones.
Los bastones tienen como misión fundamental la percepción de los objetos y sus contornos en condiciones de poca visibilidad y, según revelan diversos estudios realizados en Estados Unidos, los ojos del bass dispondrían de un gran número de estas células, lo que les ofrece una excelente visión en condiciones de escasa luminosidad y, por ello, esto explicaría su predisposición a cazar de forma más activa durante los primeros y últimos compases de nuestras jornadas de pesca o en los días oscuros.
Los conos, por otro lado, se encargan de percibir los colores y sus distintas tonalidades o grados. Por tanto, podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que los basses, no sólo son capaces de percibir los colores, sino que además pueden diferenciar con precisión entre sus distintas tonalidades. Esto explica porqué, en determinadas ocasiones, una mínima variación en el color de nuestro señuelo puede suponer una gran diferencia en los resultados.
Además de lo anterior es importante analizar la colocación de los ojos del bass para entender, de forma más precisa, el funcionamiento de este órgano en el centrárquido.
Si estudiamos detenidamente la cabeza del Black Bass podremos observar varios elementos especialmente relevantes. El primero de ellos es el tamaño de los ojos en esta especie, sobredimensionados en comparación con el tamaño de su cabeza, lo que indica la importancia que este sentido tiene para ellos, pudiendo afirmar que es éste un depredador eminentemente visual.
Por otro lado observamos que sus ojos están colocados en ambos lados de su cabeza y en posición superior, esto le ofrece un amplio campo de visión monocular, muy interesante a la hora de localizar una posible presa a mediana o larga distancia, sin embargo, para precisar ésta con exactitud, así como la forma y tamaño exactos de la misma, debe apuntar hacia ella con ambos ojos y, para ello, ésta debe situarse mucho más cerca.
Esto nos lleva a una conclusión muy interesante y es que, aunque el bass pueda localizar a una gran distancia una posible presa, no se decidirá a atacarla hasta que no pueda disponer de una visión binocular de la misma, lo que ocurriría cuando se posicione muy cerca de él. Esto puede explicarnos porqué en determinadas ocasiones, cuando los basses se encuentran especialmente apáticos, sólo parecen responder en aquellos casos en los que el señuelo les cae, literalmente, delante de sus fauces.
Otra conclusión que podemos obtener del posicionamiento de los ojos del bass en su organismo es que gozan de una excepcional visión de aquellas presas que estén posicionadas delante o encima de su cabeza, y, por ello, este depredador tiene predilección por atacar en superficie, donde es un cazador especialmente temible y efectivo.
PROPAGACIÓN DE LA LUZ EN EL MEDIO ACUÁTICO.
Tal y como hemos visto en el punto anterior, los basses disponen de una excelente visión y, esto les permite diferenciar con precisión los colores, pero su medio vital es diferente al nuestro, ya que el agua posee diferentes características de densidad y composición al aire y, por ello, la luz se propagará por ella de manera distinta.
Para explicar, de forma sencilla y resumida, como percibimos los colores tenemos que entender, en primer lugar, que la luz está compuesta por los diferentes colores y, cada uno, tiene diferentes longitudes de onda.
Cuando la luz incide sobre un objeto, este absorbe varias de estas ondas, en función de sus características físicas, y rechaza otras. Esta longitud de onda que rechaza es la que perciben nuestros ojos y se corresponde con el color del objeto en cuestión.
En el medio acuático la luz se propaga de manera diferente al aire y, por tanto, en función de las condiciones de claridad del agua y de la profundidad a la que nos encontramos, ciertos colores son absorbidos mientras que otros permanecerán visibles.
Así pues, es interesante saber que los primeros colores en ser absorbidos y, por tanto, en dejar de ser visibles dentro del medio acuoso son los rojos y naranjas. A medida que profundizamos dejarían de ser visibles los colores amarillos y verdosos, siendo los colores azulados los últimos colores en ser absorbidos. En función de lo anterior, si queremos que nuestro señuelo sea visible y localizable para el Black Bass debemos elegir su color en función de la profundidad a la que queremos utilizarlo.
Otro elemento que juega un papel crucial en la profundidad a la que es visible cada color es el grado de turbidez del agua, ya que la profundidad a la que son observables los diferentes colores disminuye de forma directamente proporcional al mismo, ocurriendo entonces algo bastante curioso y es que los colores que más fuertemente contrasten con el tono del agua serán los más localizables, es decir, en casos de aguas especialmente tomadas, los colores rojos, anaranjados y amarillos serán los más detectables en las capas superficiales y nuestra mejor baza, ya que los demás colores no podrán distinguirse en cuanto el señuelo rebase los primeros centímetros de la capa más superficial del líquido elemento.
Una vez llegados hasta este punto y, contrastando toda la información anterior con las experiencias vividas a pie de agua, seguro que a muchos de vosotros se os plantean nuevas preguntas, como por ejemplo:
Si los colores rojos o anaranjados son los primeros en dejar de verse, ¿por qué he cogido peces con señuelos de esos colores a mucha profundidad?
Si los basses son capaces de distinguir los colores, ¿por qué atacan a señuelos de colores que no se parecen en nada a sus presas?
Si los basses, en ocasiones, atacan en una misma jornada a señuelos de colores muy diferentes mientras que en otras sólo parecen reaccionar ante un determinado color, ¿que importancia real tiene el color del señuelo?
Estos son sólo algunos ejemplos de las innumerables preguntas que este tema de los colores me han ido generando a lo largo de los años y para las que, he intentado buscar respuesta en la experiencia y la información obtenida de foros y artículos de pesca que he leído, pero seguro que a vosotros se os ocurren otras muchas igual de interesantes.
Como punto de partida para intentar responder tanto a las cuestiones anteriores como a muchas otras que quizás os surjan, creo que existe una cuestión elemental a tener muy en cuenta, y es que los basses son seres vivos que responden, básicamente, a dos objetivos, sobrevivir y reproducirse, utilizando para ello su instinto y las experiencias que van acumulando a lo largo de su vida. Si tenemos en cuenta además que en su medio se encuentran sometidos a innumerables variables interrelacionadas entre si, de forma que para nosotros, que en la mayoría de ocasiones somos observadores externos con una información incompleta en el mejor de los casos, y bastante sesgada en la mayoría de ellos, a veces es posible interpretarlas para tomar decisiones adecuadas y, por tanto, conseguir su captura, pero en otras muchas nos vemos sorprendidos y descolocados por la actitud de este depredador, lo que nos lleva a la inexorable conclusión de que jamás dejaremos de aprender sobre él.
De todo lo anterior, en mi opinión, se puede deducir que aunque existen ciertos comportamientos que pueden llegar a ser predecibles en un alto porcentaje de los casos, habrá ocasiones en las que los peces reaccionen de manera totalmente inusitada, indicando que, o bien su comportamiento se está viendo alterado por un condicionante desconocido, ocasión inmejorable para buscar la respuesta a dicha situación y seguir aprendiendo, o bien se trata de un comportamiento individual y único motivado por los aprendizajes y experiencias que ese individuo en particular ha vivido y que lo hacen comportarte de manera especial, hecho que nos indica que jamás debe darse por descartada una idea sin antes probarla pues, aunque a priori pueda parecer ilógica, puede resultar muy productiva y, en caso contrario, también nos aportará nuevos conocimientos sobre lo que debemos o no hacer en futuros casos similares.
Una vez tenido en cuenta la argumentación anterior, y para continuar analizando el comportamiento del bass ante el color de nuestras presentaciones, me voy a fijar a continuación en varias ideas que considero interesantes.
1) COMO LOCALIZA EL BASS A SUS PRESAS.
Para poder responder a esta pregunta hemos de fijarnos en otra de las características biológicas de este pez que, aun siendo un depredador eminentemente visual, dispone de otras herramientas para localizar a sus posibles presas en condiciones en las que el órgano de la vista no le resulte su principal baza, su la línea lateral.
La línea lateral es un órgano sensorial situado a ambos lados del cuerpo del pez que le permite detectar las vibraciones que se producen a su alrededor y, por tanto, a intuir la presencia de su presa aunque las condiciones de luz o turbidez del agua le impidan verla. Por ello, aunque los basses se enfrenten a medios acuáticos con gran cantidad de material en suspensión, pueden seguir alimentándose con facilidad utilizándolo.
En consecuencia, a la hora de elegir el señuelo más adecuado, el grado de luminosidad del día y de la turbidez del agua no sólo debe ser tenidos en cuenta para optar por un determinado color, sino también para decidir que tamaño debe tener este y el grado de vibración que queremos que emita para, de esta forma, ser más localizable para el depredador.
2) COLORES QUE PROVOCAN LA REACCIÓN DEL BASS.
Aunque el bass puede distinguir perfectamente los colores y, por tanto, determinar si un artificial es similar o no a su principal fuente de alimentación, existen ocasiones en las que colores nada realistas, a simple vista, son capaces de provocar su picada cuando otros más naturales fallan, lo cual puede deberse a varios factores y es algo a tener muy en cuenta.
La primera causa que podría explicar este comportamiento es el nivel de actividad o agresividad. El bass, como todo ser vivo, puede tener, a lo largo del año o incluso en el trascurso de una jornada de pesca, momentos en los que se encuentra en pleno afán depredador alternados con otros en los que presenta una apatía casi total.
Según mis experiencias, en los momentos de máxima actividad este depredador suele responder mejor ante colores más llamativos (chartreausse, naranjas, etc), mientras que en los de mayor inapetencia son los colores más naturales (watermelon, greenpumpking, etc) los que provocan mayor cantidad de picadas. A decir verdad es esta una explicación bastante simplificada, pues a la hora de decidir si un señuelo es el más adecuado influyen su tamaño, su peso, su color, etc.
Además de lo anterior existen ciertos colores, como el chartreausse o el blanco, que pueden llegar a modificar la actitud del depredador ante nuestro señuelo aumentando su nivel de agresividad y desencadenando la picada. La explicación racional a este hecho es algo complicado de explicar, puesto que, de todos los posibles factores que pueden tener influencia en una situación y momentos concretos, los pescadores sólo conocemos y controlamos, en el mejor de los casos, un bajo porcentaje de las mismas. No obstante, y aunque no podamos explicar ciertos acontecimientos, lo realmente importante es tener constancia los mismos y sacarle todo el partido posible.
Este comportamiento suele presentarse en prácticamente todas las masas de agua, aunque el color puede variar en cada embalse y, por ello, se hace necesario experimentar y probar con diferentes colores hasta llegar a comprender cómo responden sus habitantes ante nuestras presentaciones.
Otro factor a tener muy en cuenta es la presión de pesca. Puesto que los basses son seres vivos con una muy escasa capacidad cerebral no sería correcto hablar de aprendizaje, sin embargo, cuando en un determinado lugar comienza a funcionar bien un color concreto y todo el mundo lo utiliza, llega un momento en el que su efectividad comienza a descender de manera muy acusada. La explicación a este hecho es que los basses asocian un estímulo concreto, como puede ser dicho color, con algo negativo o peligroso y, por tanto, dejan de responder positivamente ante estas presentaciones.
Suele ocurrir, igualmente, cuando un determinado modelo de señuelo o un color dejan de utilizarse durante un largo periodo de tiempo, puede volver a ser especialmente efectivo.
Por último, pero no menos importante, podría contar varias anécdotas cuya conclusión podría encaminarse hacia la idea de que poco importa el color de tu señuelo si se encuentra dentro de las características concretas que el pez exige en una jornada completa y otras tantas en las que un color concreto fue el detonante del éxito hasta tal punto que, incluso la más leve variación en el tono del mismo suponía la diferencia entre disfrutar de innumerables picadas o marcharte a casa desesperado.
A pesar de que las dos ideas anteriores puedan parecer antagónicas, analizando los detalles de cada una de ellas pude llegar a la conclusión de que la presión y el nivel de actividad del bass son las claves que determinan el grado de selección con el que el depredador responde ante un determinado color. De esta forma, en días o momentos de gran actividad, pueden funcionar con igual efectividad colores muy distintos, mientras que en días de gran apatía los peces se vuelven especialmente selectivos y sólo responderán ante aquellos artificiales que cumplan unos parámetros muy determinados.
Por poneros un ejemplo os contaré algo que me sucedió en plena competición, concretamente en la segunda manda de la primera Nitro en la que participé y que me hizo plantearme seriamente este tema.
Tras una primera manga en la que habíamos disfrutado de muchas capturas con diferentes señuelos, en el segundo asalto nos encontramos un escenario completamente distinto, con una única captura a primera hora de la mañana y las tres horas siguientes sin ningún indicio de vida al otro lado del señuelo. La decisión fue cambiar de zona y pescar en las inmediaciones de Helechosa unos algueros enormes que vestían las orillas de un embalse ofreciendo una cobertura excepcional a sus moradores.
Era un día de aguas tranquilas, la superficie cual espejo, y tras varias pruebas, decidimos pescar son señuelos de vinilo sin plomear en los límites exteriores de esas manchas de algueros, pues parecía la mejor opción, sin embargo tras varios intentos no obteníamos respuesta alguna. La respuesta que, a priori, parecía más inteligente podría ser cambiar el señuelo, la zona o la técnica, pero estábamos seguros de nuestra elección y decidimos seguir probando con el señuelo elegido, cambiando su color.
Se sucedieron los cambios, un color tras otro, hasta en seis ocasiones y, de repente, al probar un color que utilizaba en pocas ocasiones, en poco más de una hora teníamos en nuestro vivero un cupo que supuso uno de los cinco mejores pesajes de la edición.
Podríais pensar que la respuesta a este comportamiento podría estar fundamentada en un pico de actividad o en haber encontrado un “agujero” repleto de peces, pero lo cierto es que mientras los peces comían seguimos haciendo pruebas con el color del señuelo elegido, intercambiándolo con nuestro compañero y la conclusión era irrefutable, sólo respondían ante dicho color, ni siquiera ante otros especialmente parecidos.
A modo de conclusión de todo lo expuesto en este segundo aspecto analizado, mi consejo es que conozcáis a fondo vuestras zonas de pesca favoritas haciendo numerosas pruebas, no sólo con los colores, sino también con el tamaño, peso y vibración de vuestro señuelo, hasta encontrar aquellos colores ante los que sus moradores suelen mostrar mayor interés, pero también los que funcionan, por uno u otro motivo, en cada jornada concreta, debiendo poner un especial énfasis en las jornadas en las que las picadas resulten más difíciles de conseguir.
Para extenderme más, os resumo en unas cuantas líneas aquellas ideas que, según creo, pueden resultar más interesantes, pero que, cómo siempre digo, tan sólo proceden de mis ideas, puntos de vista y experiencia y, por tanto, no son, ni mucho menos, una verdad absoluta.
Es más, me encantaría escuchar las opiniones de todos vosotros sobre este tema tan interesante para poder seguir aprendiendo de vuestras experiencias y conocimientos.
Ahí van, pues, los puntos que considero de mayor interés y que espero os puedan servir de punto de partida o, al menos, motivo de replanteo de vuestras ideas sobre este aspecto:
El black bass puede ver en color y distinguir, con extraordinaria precisión los colores y sus tonos.
El medio acuático tiene características diferentes al aéreo y, por tanto, los colores son visibles de manera distinta en él, dejando de ser visibles, en primer lugar los tonos rojizos y anaranjados, siendo los morados y azulados los últimos en dejar de ser detectables.
En aguas muy tomadas o turbias la profundidad a la que dejan de ser visibles los diferentes colores disminuya drásticamente.
Aunque el bass puede localizar a sus presas a gran distancia de forma monocular, necesita un enfoque binocular para determinar su tamaño y forma precisa, para lo que debe situarse muy próximo a ella.
El bass utiliza dos sentidos básicos a la hora de cazar, su vista y su línea lateral, con mayor predominancia de cada una de ellas en función de las características de su medio en cada momento del año y jornada completa y el pescador debe adaptarse a ellas eligiendo, no sólo el color, sin también el tamaño y la cantidad de vibraciones que debe emitir el señuelo para ser localizable y atractivo.
Existe una relación directa entre el nivel de actividad del depredador y el grado de interés que un determinado color puede despertar en él, aunque hay determinados colores que tiene la capacidad de provocar una respuesta agresiva aun en jornadas de gran apatía. Será la experimentación la que nos llevará a descubrirlos, pues suelen variar para cada embalse y situación.
La presión de pesca y el nivel de actividad influenciarán, de forma directa y determinante, el grado de selección que el bass aplica a las características del señuelo a la hora de tomarlo, haciéndose necesaria la experimentación, tanto en situaciones de gran actividad como en difíciles para poder llegar a conclusiones válidas.
A todos aquellos que hayáis tenido el valor de llegar hasta estas líneas agradeceros el esfuerzo de leer este ladrillazo que he escrito con la única intención de compartir con todos vosotros algunas de mis ideas y pensamientos y, por supuesto, como siempre os animo a ponerlos en tela de juicio y a que me dejéis vuestras propias creencias y experiencias para, entre todos, aprender y mejorar en el conocimiento de este pez que tanto nos apasiona.
Un abrazo a todos y, muy buena pesca.
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